Es increíble el ritmo que tienen los panameños. Escuchan cuatro acordes y ya sus caderas cobran vida. Hoy estaba en la carnicería y había una mujer que se medio arrancaba a bailar la canción que salía de un leve hilo musical. Se notaba que sus piernas y sus caderas no podían parar aunque se veía que se estaba conteniendo.
Pero no es solo eso. Después me he ido a un sport bar a ver el clásico. Increíble. Creo que tardaré en olvidar un partido como este. El bar era un estilo chiringuito que contaba con techo pero no con paredes. Es por eso que la gente como ya no cabía dentro se ha empezado a colocar entre las aceras e incluso al final se ha cortado el tráfico porque la gente estaba en la misma carretera viendo el partido. Algo similar había visto en el mundial pero nunca en un partido que encima es de un país extranjero.
Lo más gracioso eran los comentarios de los panameños. Ya sabéis que son muy expresivos. ¡Arbitro huevón! Gritaban sin cesar.
Me ha hecho gracia como celebraban los goles con unas danzas muy particulares estilo reggaeton.
En menudo país salsero me ha tocado vivir. Con lo arrítmica que soy.
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